Hundido en la humillación y desmoralización, ese sábado quedé cesante. Más me encerré en mi casa para escupir rabia y resentimiento. Al siguiente amanecer quise permitirme ir de paseo a la FIC2013 en la escuela de diseño de la Universidad Santo Tomás (UST), ubicado a un costado del metro San Joaquín, para mi sorpresa algunos amigos me dieron apoyo moral, mientras que Claudio Cactus de Catrileo me pasaron una manta y una mesa. Sin pensarlo dos veces puse los libros que iba a contrabandear al evento. En minutos llegaron otros fanzineros, entre ellos Ludo, el flamante organizador de la cumbre de fanzines. Nos dedicamos a pasear y ver los stands.
A modo de reflexión, la cantidad de invitados extranjeros aumentó considerablemente, pero no así los expositores en sus stands, muchos hicieron malabares, o fueron invitados por otras editoriales, para ocupar un minúsculo espacio, la decisión de cambiar un lugar amplio como el centro cultural Chimkowe por otro de mejor conectividad como la UST tuvo como desventaja la ausencia de expositores del cómic ubicados en stands, como a su vez la reducción de espacios, y la notoria ausencia del ala dedicado a los artistas autogestionados. La organización y seguridad estuvo de lujo, y como siempre Café Cómics se lució con sus brebajes, pero eso no sana su principal debilidad de este año, la ausencia de stands de editoriales (autogestionadas y profesionales) de historietas.
Lo excelente es que los Premios FIC ya está marcando una tradición, ojalá se replique el siguiente año.
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