15/4/13

Presentación de Kon, por Martín Muñoz


Emiliano Navarrete me ha pedido prologar y presentar la novela de Jorge Araya titulada Kon, y aquí estoy como ustedes pueden ver. Si tuviese que resumirlo, Kon es un libro que habla del Destino del Hombre, la maldad, el sacrificio, los caminos velados y la sorpresa. Las raíces que se hunden en nuestra tierra y se ramifican en nuestra materia gris. Kon habla de quienes somos, y quienes deberíamos ser.

La característica que más me llamó la atención de Kon es el tratamiento que hace de la identidad nacional; No por que hable directamente de la identidad, sino porque el asunto de la identidad está incrustado en el tronco de esta historia.

Ahora bien, ¿cuál es la importancia de la identidad?

Conocer de donde uno viene y cuál es su pasado es fundamental para la construcción de una identidad sólida en un individuo. ¿Pero qué pasa con la identidad de un pueblo?. Según Berger y Luckman, connotados sociólogos, la identidad de un pueblo es un fenómeno que surge de la dialéctica entre el individuo y la sociedad. La dialéctica es el arte del diálogo y el convencimiento a través de la palabra. Por tanto cualquier texto que se publique tiene el potencial de influir en la identidad de un pueblo y Kon es un instrumento dialéctico del individuo Jorge Araya y la sociedad.

En lo personal; cuando reflexiono sobre el tema de la identidad chilena, se viene una palabra a mi mente. KILTRO.

Lo cual es curioso, porque kiltro es una palabra de origen mapuche que designa a un perro lanudo y pequeño que se criaba como mascota, una suerte de <<Poodle toy>> autóctono que hoy se encuentra extinto, al igual que el theregua que los mapuches usaban para cazar y que se cree tiene su origen en la domesticación del chacal.

En la actualidad la palabra Kiltro adquiere otro significado, designa a los perros sin raza, a las mezclas. La mezcla de razas, es parte central en el argumento de Kon, y es el corazón de nuestra identidad Chilena.

Para los europeos en general, la pureza de la raza es bastante importante, para los mapuche sin embargo, la mezcla y el sincretismo son el arma que poseen para sobrevivir y expandirse.

Cuando los conquistadores preparaban la expedición a nuestro país, sabían que podían recorrer chile dominando una sola lengua, el Chilidugún, que no era otro que el mapudungún. Cómo es que si el territorio mapuche propiamente tal va desde el Itata al Toltén, los Picunche en el valle del Aconcagua y los Pehuenche en la cordillera y Huilliche en Chiloé hablaban mapudungún y compartían elementos culturales mapuches.

La manera en que la cultura mapuche se extendió por este país no fue por la conquista o las armas convencionales, sino que a través de su cultura y sus redes comerciales por medio del matrimonio, y sobretodo de las mujeres. Las mujeres entraban en las familias de las etnias extranjeras y traían consigo sus costumbres, rituales, comidas, y su lenguaje, lo cual era enseñado a los hijos durante la crianza. Los hijos extranjeros crecían con todo el acervo cultural mapuche en sus venas y en su mente y en su corazón; Generación tras generación las etnias vecinas fueron siendo absorbidas o asimiladas por la gente de la tierra.

Para acentuar y potenciar este mecanismo, los mapuche poseían aun otra costumbre, las visitaciones; Las mujeres de un lonko o cabecilla de familia viajaban constantemente por el territorio para intercambiar noticias, regalos y productos entre sus hermanas, tías y abuelas que vivían en otros lof o clanes familiares. De esta forma se reforzaban los lazos, las alianzas y también la influencia cultural mapuche por todo el territorio.

Los conquistadores españoles, a diferencia con los ingleses, holandeses, o alemanes, no tenían problema alguno para formar familias mestizas, y para los Mapuche, poseer una CHIÑURRA era un gran honor. Chiñurra, no es otra cosa que la deformación de la palabra española señora. Tanto es así, que durante la Guerra de Arauco, los malones no solo tenían como objetivo robar ganado y rescatar a los mapuche esclavizados, sino también capturar mujeres españolas.

Hay una historia que no se cuenta en los colegios de nuestro país comúnmente, y esa es la historia del mestizaje, y la asimilación cultural que proviene de él.

Los mapuche no son los mismos después de la llegada de los españoles. Porque la identidad del mapuche no radica en el kultrún o el machitún sino en su adaptabilidad y en el sincretismo. El mapuche precolombino no conocía el caballo, vivía en las riveras de los ríos y era sedentario, plantaba maíz y quinoa y su ganado eran chiwekes o llamas.

El de la guerra de Arauco es transhumante, usa el caballo para luchar y transportarse, planta trigo español porque madura antes para poder recogerlo antes de que los españoles entren en el territorio a destruir sus cultivos, cría ovejas europeas, modifica su visión de la guerra, sus armas y sus tácticas. La gran cualidad es su adaptabilidad, su ingenio. El cual hemos heredado los chilenos, los <<pillos>>, los inquietos, los que buscan nuevas y más fáciles formas de hacer las cosas, los que con un elástico arreglan el refrigerador y con un clip la lavadora.

Es por esto que cuando pienso en la identidad chilena, pienso en un KILTRO, porque nuestra identidad estriba en mezcla de la cultura indígena y europea que porta nuestra sangre y nuestra cultura. 

Kon, de Jorge Araya, se hace cargo de esto con los elementos de su trama, los hijos de europeos y chamanes de distintas naciones indígenas de nuestro territorio son raptados por misteriosos personajes con ocultos propósitos. Pero en un plano más profundo Kon también observa la cual es la verdadera fe de occidente, la CIENCIA:
¿Quién rebate el diagnostico de un medico.?
¿Quién discute los descubrimientos científicos?
¿Quién pone en duda la teoría de la evolución?

Cuando alguien dice, está comprobado científicamente, se acaba automáticamente la discusión.

El símbolo de esta fe, esta claro, es la tecnología, y el estandarte y el instrumento más cercano son los computadores y las redes sociales. Algunos piensan que en algún momento todas las mentes podrán estar conectadas por medio de la internet, y una gran conciencia va a nacer de aquella conexión. Es la figura de Cristo uniéndose con su iglesia, donde todos están interconectados y conectados con Dios.

Jorge va más allá de la mera observación y postula una respuesta ente la deshumanización que produce la nueva fe de occidente, y es el sincretismo, es la mezcla. El ya mentado cyberchamanismo, por medio del cual  Jorge plantea que somos nosotros, los chilenos, los que vivimos en el fin del mundo, en la faja más austral de América, lo que la humanidad necesita para seguir existiendo en este mundo.

Me parece que Las ideas de Jorge vertidas en este libro son parte importante el diálogo que la sociedad chilena necesita para reconocerse, que significa conocerse de nuevo, mirarse a si misma y luego pararse orgullosa en el mundo y ante el resto de las culturas de nuestra aldea global.

Martín Muñoz Kaiser
11 de abril de 2012

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