10/8/12

Ocultismo, un cuento perdido de Narraciones Extravagantes


El proceso creativo de "Narraciones Extravagantes" de Gonzalo Fernández ha sido el desafío editorial más crudo que halla tenido el equipo editorial de la Biblioteca de Chilenia. Clepanto, Gonzalo y yo tuvimos que aprender a controlar nuestra pasión para concentrarnos en la calidad. El autor se ha esmerado en mejorar su carácter como su gramática, mientras que Clepanto se puso a prueba con el borrador del compilado, mientras que yo he tenido que sortear muchos imprevistos en estos cinco meses de trabajo. El siguiente cuento, "Ocultismo", ha sido descartado más que nada por motivos económicos. Disfruten de este bocado previo al lanzamiento de "Narraciones Extravagantes".
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– Mira los secretos que se muestran en la puerta de la catedral.
– Por favor Iván, son solo esculturas hechas por un artista.
– Sí es cierto, Manuel. Sin embargo, mira esta escultura de Moisés, nota que tiene cuernos en la cabeza y según algunos escritos ocultistas, eso es un simbolismo de sabiduría y él era un gran sabio. –Hizo una pausa para buscar otra escultura en la segunda puerta de la catedral, seguido por su amigo– Mira esta otra, aquí se ve un ave en su nido, la cual es un pelícano, el signo del sacrificio, el olvido de sí mismo, que usan en la masonería.
– ¡Por Dios! No te das cuenta que esto fue un criterio del artista más que entregar un mensaje. Es algo plenamente subjetivo y nada más. No hay secreto en todo esto.
– Tal vez tengas razón, Manuel. Sin embargo, siento que hay algo básico en todo este simbolismo que le dieron los artistas a su obra, sin importar si deformaron o no ese conocimiento con su subjetividad.
– En fin, mejor voy ver si llegaron los otros ¿Me acompañas?
– No Manuel. Me quedaré un rato más mirando esta puerta.
– Está bien, pero no demores.

Iván contemplaba la gran puerta de la catedral de la ciudad de Concepción, maravillado por los simbolismos que veía en las esculturas de metal. De pronto, sin previo aviso, él empieza a ver fórmulas matemáticas desordenadas, diagramas y extraños rectángulos que cubrían tridimensionalmente el edificio que tenía al frente suyo. Sin embargo, no parece sorprendido por el evento, y con su mano mueve algunos ecuaciones y diagramas, como si fueran hojas que arranca de un árbol, y crea algo que no tiene sentido alguno para un hombre de ciencia. Cuando termina de reunir todas las piezas de su obra extraña, aparece un círculo lumínico entre él y la puerta de la catedral, que no es notado por las personas que transitan por la calle adyacente, solo por Iván quien sin mucho temor ingresa por él, para luego cerrarse por completo.

Manuel llega al lugar donde estuvo su amigo, pero no sabe por qué tenía que ir ahí. Intentaba hacer memoria de la razón que le llevó estar en ese lugar precisamente, como quien trata de recordar un sueño. Sin embargo, no pudo recordar y decidió ir donde estaba su grupo de amigos que lo esperaba para ir al Barrio Estación. Manuel no lo sabía, pero Iván había trascendido a un plano de la realidad desconocido por él y que provocó que su existencia fuera un recuerdo nebuloso en la memoria y registros de todos. Iván no se convirtió en un dios, sino en un explorador de los secretos de las distintas capas de la realidad y del multiverso.

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