El libro
Lesbilais; orgullosamente lesbiana, orgullosamente periférica
supuso dos grandes desafíos, uno para la autora, y otra para la
editorial, ya que Victoria Rubio, hace cinco años, empezó éste
cómic de manera íntima, pero su persistencia y la
de sus lectoras, hizo proyectar una idea bajo el contexto de las
tribus urbanas de los pokemones, grind-core y pelolais, pasando por
las dos presidencias de Bachelet y el alegre paso de Piñera, a
mostrar la cotidianidad lésbica chilena.
De producción
artesanal y amateur, Victoria se vio desafiada ante el desdén y la
desidia de algunos de sus colegas, que no miraban con buenos ojos sus
dibujos, además del desafío editorial, su primer título de novela
gráfica en una empresa que funciona a pulso. La autora y la
editorial comparten un mismo viaje, la profesionalización de su
trabajo, pero por caminos distintos, Victoria como voz y autoridad
autoral, perfeccionándose en idiomas y diplomados de diseño y
demases; y Biblioteca de Chilenia, perfeccionándose, buscando
autores y obras selectas, y posicionándose dentro de la marea de
nuevas editoriales independientes.
Todos los
eslabones, pero sobretodo la autora y el editor se ven inmersos en
una marcha con plazo final, los nervios y el desvelo son rutina
semanal, hasta dar con las 112 páginas de lesbianismo y humor,
porque Lesbilais, en vez de victimizarse o quejarse, es una
voz reivindicativa. Cualquier otra editorial hubiera objetado una
bajada de libro tan largo como la planteada por la autora, pero
nosotros no vimos eso, sino la epopeya y la aceptación del discurso
homosexual femenino porque, tengo que decirlo, si hasta para hablar
de homosexualidad somos falocéntricos, son hombres quienes hablan de
lesbianas, son Lemebel, Castel y otros autores, todos desde lo
masculino nombrando a la lesbiana como un caso aparte, escondido, en
el último cajón del closet.
El trabajo
editorial no empezó precisamente con la firma de un contrato, ni a
última hora, como es la sed de publicar en muchas editoriales de
vanidad, sino que hubo un discreto trabajo de posicionamiento,
aventurándose aceptar el folletin, el pasquín y el fanzine como
soporte artístico válido de expresión, en donde no se dudó en
llevar dicho arte a la Furia del libro, a la Feria del libro
independiente de Antofagasta, ni a la Primavera del libro y a la
Comic-Con, la autora y el editor, con y sin la ausencia del uno y del
otro, supieron responder a padres, madres, incluso niñas de seis
años qué es una lesbiana y de qué trata Lesbilais, o Loreto
poco hetero.
Con orgullo
podemos decir que hemos crecido como editorial, pero con más orgullo
podemos decir cómo hemos crecido. Claramente Victoria Rubio seguirá
haciendo cómic autogestionado, pero ahora no desde la cuneta y para
la cuneta, sino desde la cuneta para el país, y quién sabe en un
futuro, si existe alguna traducción francesa o inglesa de su
historieta, o que en el año 2015 esté en conversatorios sobre
equidad de género y libertad sexual en alguna universidad pública.
Sin embargo, de
algo estamos seguros: La autora y la editorial hablan desde la
marginalidad, pero no con un mensaje exclusivo y excluyente, nuestra
labor es itinerante, perseverante y apasionada, y así como Victoria
parió su libro Lesbilais; orgullosamente lesbiana, orgullosamente
periférica, la colección Historia gráfica crecerá para
posicionar distintas problemáticas y realidades sociales, desde las
viñetas, con su toque de humor, pero con toda la seriedad editorial
que corresponda.
Muchas gracias a
todas las lectoras y lectores de Lesbilais, de todos los rincones del
mundo, y uníos.
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