12/1/13

Gestando epopeyas, apreciación de Samir Muñoz de la tocata de Oscar Hauyon

Subir al subte y oír un humorista de los malos siendo mejor remunerado que un flautista traverso que aplaudí hace unos días. Que más da. Vamos camino a movernos con el power de Oscar Hauyon. Y ya empieza la poesía, junto a Emiliano declamamos Visiones de Inés de José Luis Flores, mientras avanzábamos en la sangría de Puente Alto, ese tren aéreo donde miramos faldas y cordilleras. Tomamos una micro vacía por dos minutos, conocimos ciclovías que funcionan de verdad, hubieron habitantes. A una cuadra de la avenida principal la ciudad ya parece otra ciudad: una más digna de recordar.

Llegamos al Ático bar, Irarrazaval 1060, escaleras arriba, donde nos encontramos con Ángela Gonzalez (Enkeli), ilustradora de la portada de Narraciones Extravagentes para la biblioteca de Chilenia y José Luis Flores, el poeta de la jornada, que se luciría más tarde junto al músico Oscar Hauyon. Ahí mismo conseguí la firma para mi ejemplar de Visiones de Inés que compré hace poco. Hablamos de la vida, de experiencias, y algo que me interesa a mí más que a cualquiera: de las argentinas. Obvio que me anoté los buenos consejos de Ángela. Vivan las buenas amigas.

Una Becker y varias risas después, bajamos al escenario para estar cerca del show del chilénico estelar de la noche. Oscar Hauyon preparaba el escenario y con Emiliano colgábamos la bandera de Chilenia, que flameó al ritmo de los parlantes. Todo comenzó con la presentación de Paula Barouh, y luego vino el potente Creciendo, para iniciar la tanda de compatriotas presentes. Luces, cámara, acción. Flores sale al escenario y se apodera del estrado. Comienza la pista de La nación de la vergüenza, la banda toca y entonces “Lo único que hemos conservado/ a través de los tiempos es/ la vieja técnica/ de amarrarnos con/ torpes cadenas negras…”. Diez flashes en una canción de un minuto. Lo inesperado, la gente aplaude, y miro alrededor ese rostro que se forma ante la verdadera poesía: algo de incredulidad, algo de haber estado presente ante la mitología, algo de ya no seré el mismo.

La noche seguía, la buena música también y llegamos al otro hito chilénico de la tocata: Brigada de Negro, su cover para la convocatoria del tributo electrónico a Los Prisioneros llamado Azul Eléctrico, que fue admirado y aplaudido por todos los presentes. Hauyon hizo de la canción un cyborg oscuro y sincero, pura eléctrica ciudad. Ocultos en la niebla, en ese luz roja y negra del Ático bar. Atrás, la bandera de Chilenia y su estrella destacaban en la atmósfera, con la cruz de Santiago como un sol nocturno.


Haciendo Patria.


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